viernes, 16 de agosto de 2013

Duratón Revisited

Miércoles, 14 de agosto de 2.013, víspera de la fiesta de la Asunción de la Virgen. A las 10 de la mañana aún no tenía claro si volvería a Duratón o me quedaría por los alrededores de Soto del Real. Sí, en efecto, junto a la famosa cárcel con zona VIP. Un rezo a la Virgen y asunto resuelto.
Allá que me fui, esta vez yo sólo, con la intención de intentar algunas fotos de vuelos y, si a mano venía, de algunos posados (cosa difícil).
Nada más enfilar la carretera que va de Sepúlveda a San Frutos, a eso de 1 km. más o menos, en una revuelta del camino me topo con un grupo de leonados posados a unos 200 metros al borde de un cortado. Paro el coche rezando para que no alcen el vuelo al verme bajar y me paso un buen rato mirando y haciendo fotos. Éstas son algunas.
(Recordad que haciendo "click" en cada una da las fotos, se abre una pantalla para verlas como diapositivas con fondo negro)


 

De camino hacia la ermita de San Frutos pude ver más buitres cicleando y me temí lo peor: que ese día tocase carroñada en algún lugar distante, y que los leonados no estuvieran en los cortados en los que tienen las buitreras. No puede ser, me dije, hoy no.
Al llegar al aparcamiento que hay antes de San Frutos (12:30 aprox.) me encontré un panorama desolador: ni un buitre en el horizonte, nada en los cortados. NADA.
A pesar de todo, me eché el equipo al hombro, calé el sombrero y empecé a bajar la cuesta, cada vez más desconcertado. De frente, subía un matrimonio y decidí abordarlos confiando en que me despejaran las dudas; el marido cargaba con una mochila, un trípode armado con rótula wimbley y una silla: símbolos evidentes de que era un fotógrafo pajarero. Cual no sería mi sorpresa al comprobar que eran Francisco Salso e Isabel, que habían llegado a las 9 de la mañana y abandonaban el campo para ir a comer a Sepúlveda.
Después de las presentaciones y de intercambiar nombres de otros colegas de Fotonatura.org, me encaminé al mirador. Como la cosa pintaba de color hormiga, buscando una sombra amiga coloqué un par de piedras a modo de asiento debajo de un tejo que hay allí, y me  dispuse a esperar y a rezar para que los leonados hicieran acto de presencia.
Al cabo de una hora, empezaron a entrar buitres... pero bajaban como flechas hacia las buitreras demasiado lejanas para mi posición.
Más rezos.
Poco a poco, a eso de las 13:30, se levantó una ligera brisa y la cosa empezó a animarse; los buitres comenzaron a salir, y yo a hacer fotos:

Como el sol lo tenía poco de frente, cambié de sitio un par de veces (siempre debajo de algún árbol) en dirección a la ermita, para buscar una luz que no contrastara tanto.

Como mi posición estaba cada vez más cerca de la ermita, y además me encontraba protegido por la espalda con una sabina, los buitres me entraban por detrás, a muy baja altura, tan baja, que antes de que aparecieran en mi campo de visión se escuchaba el zumbido característico de su planeo.
Otras veces, entraban planeando por mi lado derecho, o sobre las aguas del pantano. El caso es que pude hacer un buen número de tomas (cerca de 500) de las que voy a subir unas pocas.



Ésta es una de las que más me agradan, porque la luz está mejor repartida.
Es de la misma ráfaga que la siguiente.




Cuando el sol empezaba a girar hacia el Oeste, las condiciones de luz empezaron a mejorar todavía más y, cuando los leonados pasaban a mi altura, era impresionante contemplar los detalles a través del visor de la cámara.
Abajo, dos tomas consecutivas un giro sobre el pantano.
Primera toma...
... y segunda toma.
Éste me pasó demasiado cerca y no pude meter todo el bicho en el encuadre, pero me gusta el gesto serio y decidido que refleja la cara del buitre...
... o el brillo en el ojo de este otro que veis encima.
Este otro muraba un poco hacía arriba, como vigilando a sus compañeros de vuelo.
En esta otra toma se coló en el encuadre otro buitre que planeaba más arriba, cicleando en la misma rueda que su colega.
Un planeo más, a mi altura, aunque un poco más lejos de mi posición. Era frecuente que los buitres que anidan en las rocas que miran al pantano (debajo casi de la ermita) comenzaran su vuelo de ladera enfilando hacia el mirador y girando allí, para retornar a San Frutos un poco más altos en cada giro, de modo que bastaba esperar el momento adecuado para fotografiarlos a mi altura, un poco más abajo o un poco más arriba.
Este venía de frente, procedente de la presa de Burgomillodo. Como tenía el viento a favor, el autofoco no dio para más y la de arriba es al única toma que se salvó de la Papelera.
Y con esta última toma cierro la entrada y me despido hasta otra ocasión, esperando que os hayan gustado. El título de la entrada lo tomé prestado de una famosa novela de Evelyn Waugh, editada por primera vez en 1945 (Brideshead Revisited).

1 comentario:

Pirri dijo...

Great session!!! San Frutos que recuerdos y que cabritos uhmmmm. Solo pillaste buitres?