lunes, 5 de julio de 2010

Lances de pesca

Vayan por delante mis más sinceras disculpas por el tremendo retraso acumulado. Reconozco honradamente que no se me ocurre ninguna excusa. De modo que pasemos a otra cosa.

Las fotos que siguen son una selección de las muchas que pude hacer a esta belleza de Aguila pescadora (Pandion haliaetus, para los de la LOGSE) en su intento por matar el gusanillo.

La escena tiene lugar en la Albufera de Mallorca, y las fotografías estan realizadas desde un observatorio situado al borde de la laguna llamada Sa Roca. Y si haces clik en cada una, las podrás ver a lo grande y disfrutarás más.

En la primera foto puede verse a la pescadora, ya en el agua, con las alas completamente desplegadas, a punto de sacar lo que parece ser un pez. Un buen pez.




En la fotografía que sigue, la pescadora bate las alas e inclina todo el cuerpo hacia adelante intentando sacar a su presa del agua.


Normalmente, la pescadora suele realizar estos lances a una velocidad de vértigo; de modo que, una vez capturada la presa, sale del agua como un rayo, llevándose al pez por los aires...


... pero esta vez no ha sido así, de modo que nuestra amiga se queda en el agua, literalmente con el agua al cuello, y sin soltar la presa. La postura de las alas, nuevamente en posición de despliegue, demuestran que está intentando salir del jaleo en el que se ha metido; porque, como puede verse en la foto anterior, tiene las plumas completamente mojadas.

Así las cosas, hace un esfuerzo titánico y consigue sacar todo el cuerpo a la superficie, pero con las garras vacías. No ha podido ser. Nuestra buena amiga ha dejado la presa y sale volando a duras penas porque está completamente empapada. Como veremos, con el peso suplementario del agua en las plumas, no será capaz de llegar muy lejos.

Mojada hasta la última pluma, el águila llega a un islote cercano , ante la plácida mirada de una pareja de ánades reales que, sabiendo que la pescadora no está entre sus depredadores naturales, siguen tan ricamente a lo suyo.

Despues de estar unos minutos al sol de la mañana, recuperando el resuello y secando un tanto las plumas, nuestr avieja amiga vuelve a lo más alto de su posadero para seguir aireando el vestido.

Y así termina esta historia de un quiero y no puedo, de la lucha por salir adelante, de lo caro que se ha puesto el pescado, y de lo bien que se lo puede pasar uno en medio de tanto follón.

Espero no haber sido muy pesado y prometo no tardar tanto en conlgar la próxima entrada.