martes, 17 de marzo de 2009

Desde la orilla

Hay veces en las que, sin apenas salir de la ciudad en la que vivimos, la nauraleza se nos muestra tal y como es, en su estado salvaje, y podemos disfrutar de ella sin necesidad de ir a lugares remotos. Por eso me gusta acercarme al muelle viejo de mi ciudad, para presenciar escenas como las que siguen.
A la hora de hacer un retrato, no es infrecuente que, al fondo de la imagen, salga un expontáneo con ganas de hacerse el "gracioso". Cuando éso sucede, el "gracioso" casi siempre termina por arruinar la foto pero, en este caso concreto, cuando revelaba la foto me hizo gracia el careto del tío que aparece en segundo plano, como diciendo "cú-cú". En fin, también entre los cormoranes se dan estas cosas.



En otros casos, lo que sucede es que los animales remedan comportamientos que nos resultan familiares. Por ejemplo, en la siguiente imagen casi de puede oir al "médico" diciéndole al "paciente": "A ver, diga ¡¡¡aaaaaaahh!!!", mientras la "enfermera" permanece discretamente al lado, lista para intervenir cuando se lo pida el "doctor".



En la siguiente imagen, la gaviota intenta quitarle una sardina al cormorán, pero el de negro evita el "robo" mediante un quiebro al mejor estilo de la NBA.

En fin, casos y cosas de animales que uno puede afotar sin demasiado esfuerzo y a placer.