martes, 9 de noviembre de 2010

La vida por encargo


Me escribe una redactora de un diario local, para preguntarme si estaría dispuesto a colaborar en un reportaje sobre la posibilidad de que se legalice en España el denominado "vientre de alquiler".
En concreto, me pregunta qué argumentos hay a favor de la legalización de esta práctica o en contra de la misma.
Mi oposición se basa en dos razones fundamentales:
Una es que el embrión es una persona humana o, si se quiere, un miembro de la especie humana con igual dignidad -y por tanto, exigencia de protección jurídica- que cualquier miembro de la especie.
Otra es que la forma como tratamos a los embriones es trascendente para la organización jurídica, porque hay cosas que, al hacerse con un miembro de la especie, tienen efecto sobre lo que se ha denominado ética de la especie. Por ejemplo, crear embriones ex profeso para luego eliminarlos, aprovechando algunos de sus elementos, de modo que el fin justificaría los medios.
En la primera cuestión se discute si todo ser humano, desde su concepción, es persona y debe ser tratada como tal. Esto lleva a un debate sobre lo que es una persona.
La segunda discusión está centrada sobre si se puede hacer cualquier cosa con un embrión, con el sólo control de la deontología investigadora.
Por lo demás, es notorio que la mayoría de la población no lo cree así, y que entre quienes se oponen a esta reducción utilitarista del ser humano, por entender que tendría consecuencias fatales sobre la valoración de lo humano, se encuentran pensadores tan "laicos" como Habermas o Marcello Pera.
Para mantener un debate honesto, pienso que debemos centrarnos en el contenido de los argumentos sobre la personalidad, la dignidad, el inicio de la identidad biológica del miembro de la especie, y las consecuencias de la desprotección absoluta del embrión humano en ciertas etapas de su desarrollo natural.
También me interroga la redactora si, al ser legal en otros países de la Unión Europea, los españoles podrían acceder libremente y sin problemas a concebir un hijo mediante el llamado "vientre de alquiler".
Vamos por partes. El Ministerio de Justicia, a través de la Dirección General de Registros y Notariado, ha dictado instrucciones para registrar en España a los niños nacidos en el extranjero fruto de un contrato de gestación por sustitución, práctica más conocida como vientre de alquiler o subrogado, siempre y cuando se presente una resolución judicial del país de origen que garantice la legalidad del proceso.
El objetivo es que el menor tenga acceso al Registro Civil cuando uno de los progenitores sea de nacionalidad española, a fin de reconocer su nacimiento a efectos registrales. Además, Justicia afirma que de este modo se impide que la inscripción “dote de apariencia de legalidad supuestos de tráfico internacional de menores” y evita “la vulneración del derecho del menor a conocer su origen biológico”.
Sin embargo, esta iniciativa adoptada por el Ministerio de Justicia es ilegal, como quedó patente en el caso que se juzgó en Valencia el pasado mes de septiembre. En aquella ocasión una pareja de homosexuales intentó registrar dos bebés en Valencia como hijos de ellos. Los recién nacidos eran fruto de una madre de alquiler que los dos hombres contrataron en San Diego (Estados Unidos). Este método está prohibido por la legislación española, por lo que el juez titular del juzgado de primera instancia 15 de Valencia rechazó inscribir a los bebés como hijos de los dos homosexuales.
El juez se afanó en aclarar que no se trata de una resolución “discriminatoria” sino de la aplicación de la ley de técnicas de reproducción asistida española en su artículo 10. Además, la sentencia relató que ya en el 2008 una pareja ya acudió al registro consular de España en Los Ángeles para inscribirse como padres de dos bebés. En aquella ocasión también se denegó la inscripción alegando que los menores habían nacido mediante “gestación por sustitución, prohibida por la legislación española”.
En todo caso, y como ya ha ocurrido muchas veces en situaciones como esta, el gran ausente de todo este embrollo es el niño, o mejor, los niños, pues en este drama aún queda uno congelado. ¿Dónde quedó la dignidad y los derechos de estos niños?
El trato que se les da a estos niños no puede ser más despectivo: se los crea artificialmente en un laboratorio; se seleccionan los más sanos y los sobrantes son desechados o sometidos a experimentación; los más “afortunados” son congelados en nitrógeno líquido, quedando fuera del tiempo; posteriormente, se descongela uno para implantarlo en un vientre alquilado; se puede contemplar, además, la posibilidad de abortarlo, si sale defectuoso o no cumple las expectativas de quienes lo encargan; y finalmente, se entrega a sus padres biológicos o no.
Todo éso, y muchas otras situaciones que nos sorprenden, es el lógico resultado de haberles quitado a estos niños, de manera completamente arbitraria, su calidad de personas y pretender darles el estatuto de cosas. De este modo, la vida se transforma en un producto por encargo, que si no cumple las expectativas, puede ser desechado tranquilamente.
El hecho de que algo sea aceptado por una mayoría social no es una garantía válida y jurídicamente segura. Es, tan sólo, un indicador del nivel de reconocimiento de la verdad que hay en esa sociedad. Si el mero indicador sirviera para legitimar conductas socialmente aceptadas, no tendría que haber reparo alguno en que determinados países legalizaran auténticos crímenes contra la humanidad, como el exterminio del pueblo judío, palestino, bosnio o saharaui, por poner unos ejemplos clamorosos y muy recientes.
En definitiva, las preguntas que yo me hago son obvias:
¿Quién nos ha dado la atribución para tratar así a nuestros semejantes?
¿Dónde quedan la dignidad y la igualdad esencial del género humano?
¿Todo lo que técnicamente PUEDE hacerse, DEBE jurídicamente permitirse?

lunes, 5 de julio de 2010

Lances de pesca

Vayan por delante mis más sinceras disculpas por el tremendo retraso acumulado. Reconozco honradamente que no se me ocurre ninguna excusa. De modo que pasemos a otra cosa.

Las fotos que siguen son una selección de las muchas que pude hacer a esta belleza de Aguila pescadora (Pandion haliaetus, para los de la LOGSE) en su intento por matar el gusanillo.

La escena tiene lugar en la Albufera de Mallorca, y las fotografías estan realizadas desde un observatorio situado al borde de la laguna llamada Sa Roca. Y si haces clik en cada una, las podrás ver a lo grande y disfrutarás más.

En la primera foto puede verse a la pescadora, ya en el agua, con las alas completamente desplegadas, a punto de sacar lo que parece ser un pez. Un buen pez.




En la fotografía que sigue, la pescadora bate las alas e inclina todo el cuerpo hacia adelante intentando sacar a su presa del agua.


Normalmente, la pescadora suele realizar estos lances a una velocidad de vértigo; de modo que, una vez capturada la presa, sale del agua como un rayo, llevándose al pez por los aires...


... pero esta vez no ha sido así, de modo que nuestra amiga se queda en el agua, literalmente con el agua al cuello, y sin soltar la presa. La postura de las alas, nuevamente en posición de despliegue, demuestran que está intentando salir del jaleo en el que se ha metido; porque, como puede verse en la foto anterior, tiene las plumas completamente mojadas.

Así las cosas, hace un esfuerzo titánico y consigue sacar todo el cuerpo a la superficie, pero con las garras vacías. No ha podido ser. Nuestra buena amiga ha dejado la presa y sale volando a duras penas porque está completamente empapada. Como veremos, con el peso suplementario del agua en las plumas, no será capaz de llegar muy lejos.

Mojada hasta la última pluma, el águila llega a un islote cercano , ante la plácida mirada de una pareja de ánades reales que, sabiendo que la pescadora no está entre sus depredadores naturales, siguen tan ricamente a lo suyo.

Despues de estar unos minutos al sol de la mañana, recuperando el resuello y secando un tanto las plumas, nuestr avieja amiga vuelve a lo más alto de su posadero para seguir aireando el vestido.

Y así termina esta historia de un quiero y no puedo, de la lucha por salir adelante, de lo caro que se ha puesto el pescado, y de lo bien que se lo puede pasar uno en medio de tanto follón.

Espero no haber sido muy pesado y prometo no tardar tanto en conlgar la próxima entrada.