jueves, 31 de enero de 2008

Incorruptibles, pero tontos


Merece la pena reproducir el Editorial que hoy publica Libertad Digital sobre la triste polémica de los 400 Euros prometidos por ZP:

Como suele hacer cuando se da cuenta de que se ha equivocado, Zapatero está intentando por todos los medios neutralizar el efecto negativo que ha tenido su propuesta de los 400 euros. Primero, claro, intentando echar su basura en el jardín del PP. Así, parece mostrarse escandalizado porque haya quien piense que está intentando comprar votos, porque los españoles no se dejan comprar. Nos considera incorruptibles pero, eso sí, tan tontos como para no darnos cuenta de sus intenciones, tan claras, tan evidentes, tan explícitas que hasta Caldera las ha reconocido al explicar por qué votaron en contra de una propuesta parecida de CiU hace veinte días: porque su sitio era el programa electoral. Si nos votas, 400 euros. Si no, allá tú.

Por otro lado, la injusticia de una medida elaborada con el único objetivo de quedar bien ante los electores está quedando cada vez más patente. Ni los autónomos ni las personas de menores ingresos –aquellos que no pagan impuesto sobre la renta– recibirán un solo céntimo. Esta es una de las razones por las que no se había hecho una cosa parecida anteriormente; para que una medida de este tipo alcance a todos hay que hacer una reforma fiscal, aumentando el mínimo exento o reduciendo lo que se debe pagar en cada tramo. Lo que hizo el PP en su día y ha vuelto a proponer ahora, vamos.

Pero hay otra razón por la que no se había intentado comprar así el voto de los españoles, y es porque resulta demasiado descarado y obvio. Tiene parte de razón Zapatero al decir que "no hay un solo español del que se pueda pensar que se puede comprar su voto". No hay muchos, no, siempre que no se den cuenta de que es eso lo que se está haciendo. Esa era la apuesta del presidente del Gobierno, y le ha salido mal. Tiene tanta confianza en la capacidad de propaganda de sus medios que se ha pasado de frenada.

miércoles, 30 de enero de 2008

¿Libertad?


Ahora que se cumplen 30 años desde que España decidió constituirse en un régimen de libertades salta a los medios de comunicación el debate sobre los colegios que una fundación privada está construyendo en el Parc Bit de Palma de Mallorca. Y, como suele suceder en estos casos, se produce la paradójica situación de que quienes más blasonan de defender la libertad son, precisamente, los que más se oponen al ejercicio de ese principio superior que garantiza el primer artículo de nuestra Constitución.

La creación de centros de enseñanza privados siempre provoca en los centros dependientes del Erario Público una cierta desazón. La enseñanza pública española, habituada al monopolio de la expedición de títulos, sin duda por su impronta francesa del XIX, no acepta de buen grado que desde el ámbito privado se le haga competencia. Por supuesto, hay excepciones, pero éstas se manifiestan siempre en el ámbito individual.

Quienes se oponen a la libre creación de centros de enseñanza, muestran su rechazo a que la educación se considere un servicio más sujeto a las leyes del mercado. Haciendo suyos los típicos resabios de una jerga decimonónica, suponen que lo público es bueno y la competencia privada es mala, muy mala… sobre todo cuando un@ está acostumbrad@ a vivir beneficiándose de una situación de monopolio. Lo más curioso de todo es que, por poner un ejemplo, el principio director de las reformas universitarias de los últimos años es la adaptación de la universidad a… las necesidades del mercado.

Otra de las paradojas que se dan con más frecuencia en torno a este tipo de centros de enseñanza es aquella que consiste en imputarles todos los males posibles. Así, por ejemplo, se ha dicho en las páginas del Diario de Mallorca que:

Si separamos a las personas con coeficiente intelectual elevado de las que no lo tienen, si separamos a las personas de clase social baja de les de clase social alta, si separamos las personas según la cultura i procedencia, si separamos las personas según el color de la piel, si separamos las persones según el sexo, seguramente la eficiencia en el aprendizaje será más elevada, eficiencia por lo que hace a los resultados académicos y a los resultados cognitivos, es decir, por lo que hace al rendimiento; pero, no nos engañemos, eso no es educación.

En primer lugar, el párrafo es un claro ejemplo de demagogia, porque más parece hablar de un campo de concentración que de un centro de enseñanza. En segundo lugar, la autora induce al lector a pensar que en los Colegios del Parc Bit se va a separar al alumnado por su clase social, por su coeficiente intelectual, por sus ingresos, o por el color de su piel.

Y si la autora piensa que tal sucederá en esos colegios, es que no sabe por dónde le da el aire. O tiene muy mala leche. Es más, se podría decir que nunca ha pisado un colegio de los mal llamados “del Opus” (dado que el Opus Dei no tiene colegios). Si tiene un poco de paciencia, y algo de confianza en la buena fe de los padres y las madres que los promueven, ella misma podrá comprobar que sus temores son infundados y que el ideario de esos colegios va en dirección diametralmente opuesta a la mendaz acusación de segregar a nadie por su clase social, por su coeficiente intelectual, por sus ingresos, o por el color de su piel.

Y no se les segregará porque, poniendo en práctica las enseñanzas de San Josemaría Escrivá de Balaguer, en esos colegios, junto con un elevado rigor educativo, se persigue sólo y exclusivamente difundir, entre multitudes de todas las razas, de todas las condiciones sociales, de todos los países, el conocimiento y la práctica de la doctrina salvadora de Cristo: contribuir a que haya más amor de Dios en la tierra y, por tanto, más paz, más justicia entre los hombres, hijos de un solo Padre.Muchos miles de personas —millones—, en todo el mundo, lo han entendido. Otros, más bien pocos, por los motivos que sean, parece que no. Si mi corazón está más cerca de los primeros, honro y amo también a los otros, porque en todos es respetable y estimable su dignidad, y todos están llamados a la gloria de hijos de Dios. (San Josemaria Escrivá, Homilía El respeto cristiano a la persona y a su libertad).

Y en cuanto a la coeducación obligatoria, es claro que por algunos se pretende prohibir la educación diferenciada de niños y niñas, y que todos los centros educativos han de ser, obligatoriamente, mixtos. Obviamente, es legítimamente defendible la bondad de la educación mixta; pero también lo es la defensa de la educación diferenciada. Es tan simple como los es cualquier cuestión de preferencias personales, de respeto a las convicciones, de apostar por la diversidad de sistemas pedagógicos. Y si no es lícito imponer nada a nadie, lo lógico es que quién quiera colegio mixto, que pueda elegirlo; pero es igualmente legítimo que también pueda elegir libremente el que quiera educación diferenciada. Mientras los centros de educación diferenciada no pretenden imponer nada a nadie, es evidente que algunas ideologías quieren que sólo exista la educación mixta: ¿y la libertad?

Porque, en el fondo, de lo que estamos hablando es del pleno respeto a las convicciones ajenas, del libre ejercicio del pluralismo educativo, de llevar a la práctica el convivir con quienes piensan de forma diferente; en definitiva, estamos hablando de libertad. Y eso es, precisamente, lo que persiguen los padres y madres que están promoviendo esos colegios: ejercer libremente, y en igualdad de condiciones, su legítimo derecho a educar a sus hijos como a ellos les de la gana, ahora que se cumplen 30 años de libertad.

Y termino citando de nuevo una de las enseñanzas de San Josemaría Escrivá:

“si alguno entendiese el reino de Cristo como un programa político, no habría profundizado en la finalidad sobrenatural de la fe y estaría a un paso de gravar las conciencias con pesos que no son los de Jesús, porque su yugo es suave y su carga ligera. Amemos de verdad a todos los hombres; amemos a Cristo, por encima de todo; y, entonces, no tendremos más remedio que amar la legítima libertad de los otros, en una pacífica y razonable convivencia.” (Es Cristo que pasa, Homilía Cristo Rey, Punto 184).

jueves, 24 de enero de 2008

Lo que Benedicto XVI pensaba decir en La Sapienza


Cuelgo un artículo de Aceprensa que sintetiza muy bien lo que no le dejaron decir al Papa unos cuantos energúmenos.


Doscientas mil personas –una cifra récord– se reunieron el 20 de enero en la plaza de San Pedro para acompañar al Papa en el tradicional Angelus dominical. La multitud de fieles expresaba de este modo su apoyo a Benedicto XVI en esta semana después de que se viera obligado a anular su visita a la Universidad de La Sapienza.

“Por desgracia –afirmó el Papa–, como es sabido, el clima que se había creado ha hecho inoportuna mi presencia en la ceremonia. A pesar mío, desistí de acudir a la invitación, pero de todos modos he querido enviar el texto que había preparado para esa ocasión. Con el ambiente universitario, que durante largos años fue mi mundo, me unen el amor por la búsqueda de la verdad, por el diálogo franco y respetuoso de las respectivas posiciones”.

Al inicio de la que iba a ser su intervención en el ateneo romano, Benedicto XVI explica su concepción de la institución universitaria: “Pienso que puede decirse que el verdadero e íntimo origen de la Universidad está en el anhelo de conocimiento que es propio del ser humano, que quiere saber qué es todo lo que le rodea. Quiere verdad (…). Es este el impulso con el que ha nacido la Universidad occidental”. Una gran empresa en la que se ve enseguida implicado el espíritu cristiano: “El interrogarse de la razón sobre Dios, sobre la naturaleza y el sentido del ser humano, no significaba –para los cristianos– ausencia de religiosidad, sino que muy al contrario formaba parte de su modo de ser religioso”. Su concepto de religión incluye la “búsqueda fatigosa de la razón por alcanzar el conocimiento de la verdad” y por ello “podía, es más, debía, en el ámbito de la fe cristiana, del mundo cristiano, nacer la Universidad”.

Al referirse a ese proceso de búsqueda de la verdad, el Papa aclara que “la verdad significa más que el saber: tiene como objetivo el conocimiento del bien”. No se trata tampoco de una verdad simplemente teórica. La Universidad nació con vocación práctica, con el deseo claro de atenerse a la realidad y resolver problemas de la existencia cotidiana. Explica Benedicto XVI cómo las primeras cuatro facultades de la Universidad medieval (medicina, jurisprudencia, filosofía y teología) buscaban siempre esa correlación entre teoría y praxis. En este punto, destaca el Papa el papel que el medievo otorga a las facultades de filosofía y teología: “A ellas les era confiada la investigación sobre el ser humano en su totalidad, y con ello el tener siempre viva la sensibilidad por la verdad (…), no permitir que el hombre se distraiga en su búsqueda de la verdad”.

En los tiempos más recientes, la Universidad se enriquece con nuevos ámbitos del saber (las ciencias naturales, la investigación histórica, las humanidades...). “El peligro del mundo occidental –alerta el Papa– es que el hombre, precisamente a la vista de la grandeza de su saber y de su poder, se rinda ante la cuestión de la verdad”, cediendo a la “tensión de los intereses y el atractivo de la utilidad” y considerando estos como criterio último.

Semejante situación tiene unos efectos devastadores sobre la filosofía y la teología: “Existe el peligro que la filosofía, no sintiéndose capaz de cumplir con su verdadera ambición, se degrade en positivismo; y que la teología (…) venga confinada a la esfera privada de un grupo más o menos grande”. De ocurrir esto, “la razón se vuelve sorda al gran mensaje que le viene de la fe cristiana y se reseca como un árbol cuyas raíces no alcanzan ya las aguas que le dan vida (…). Aplicado a la cultura europea, esto significa que si ésta quiere autoconstituirse solamente sobre el círculo de sus propias argumentaciones lo que en un momento dado le convence, y –preocupada por su laicidad– se separa de las raíces de las que vive, entonces no llega a ser más razonable y más pura, sino que se descompone y se hace añicos”.

Ante este panorama, Benedicto XVI se plantea: ¿qué puede decir el Papa a la Universidad? “Sin duda –afirma–, no debe buscar imponer a los demás la fe de modo autoritario”, sino más bien “mantener siempre despierta la sensibilidad por la verdad; invitar de nuevo a la razón a ponerse a la búsqueda de la verdad, del bien, de Dios y –en este camino– animarla a apreciar las útiles luces que han surgido a lo largo de la historia de la fe cristiana y ver así a Jesucristo como la Luz que ilumina la historia y ayuda a encontrar el camino hacia el futuro”.

jueves, 10 de enero de 2008

Escalada anticlerical


Resulta muy preocupante la escalada anticlerical de la izquierda española (sin parangón con el resto de la izquierda europea). Parece como si en España la izquierda se hubiera quedado sin más referencia ideológica que la del puro enfrentamiento con la Iglesia católica (y sólo con ella).

En una democracia de verdad, como puedan ser Alemania, Italia, Francia o Gran Bretaña, se respetan TODAS las opiniones, sin lanzar excomuniones por lo civil contra los discrepantes, ya sean Obispos o Fontaneros.

Paradógico resulta, igualmente, que el apostol laico de la Alianza de Civilizaciones, les baile el agua a quienes, desde el más puro fundamentalismo fanático, estan implantando la Yihad en todo el mundo. O se ponga a negociar con terroristas, a espaldas del Parlamento, mientiéndole por todo el morro a la nación.

Al mismo tiempo, los socialistas españoles, y so capa de un trasnochado laicismo, propio del siglo XIX, pretenden enterrar en las catacumbas a quienes no piensan como ellos, mientras defienden a capa y espada las altas cotas de libertad que hemos alcanzado en este país.

Y eso sin contar con la machada acometida por Pepiño Blanco de enfrentarse, nada menos, con Benedicto XVI en materia escriturística. ¡Pero qué atrevida es la ignorancia!

Otro día hablaremos de lo bien que marcha el país (ojo, no me refiero al periódico) en materia económica, y de lo despistada que está la peña roja, que no se entera de lo que, de evrdad, cuesta un café en la calle y encima pregona Urbi et Orbe, que la economía está de dulce gracias al buen hacer de Mr. Z.

martes, 8 de enero de 2008

Protestan porque les obligan a ser legales


Las clínicas abortistas de Cataluña y Baleares protestan porque les estan obligando a cumplir la ley.

Como todo el mundo sabe, la ley española de despenalización del aborto prevé una serie de supuestos para poder abortar.

En muchas clínicas, según era conocido en toda Europa, se permitía cualquier barbaridad porque, al parecer, todo el mundillo del sector (por llamarlo de alguna manera) entendía que la ley era un simple pretexto para cubrir el expediente y permitir abortos a medida.

Pues bien, parece ser que ha habido un fallo en el sistema. Alguien se ha leído la ley, y se ha armado la gorda.

Ahora las clínicas privadas se quejan de que van a tener que cumplir con lo previsto en la Ley. A este paso, Zapatero va a tener que intervenir y pedir tolerancia.

Por lo visto, exigir el cumplimiento de la ley es intolerancia y no supone consenso.