Al final, va a ser cierto eso de que el Estado es un Leviatán omnicomprensivo.
Parte de la culpa la tenemos nosotros, que cada vez le pedimos más a papá Estado.
También influye la carga histórica que nos hace refractarios a la libertad personal (y a su correspondiente responsabilidad intransferible). Para los espírutus apocados, es más cómodo refugiarse en la masa y diluirse en eso que llaman la sociedad.
Pero siempre nos quedará lo más íntimo. Ese rincón del alma que no admite intrusismos y en el que las cosas aparecen en toda su desnudez. Donde nos vemos tal cual somos, sin disfraces, ni complementos. Donde nos encontramos cara a cara con ese Dios-Niño que pronto vendrá, un año más, a decirnos que nos quiere uno a uno, sin anonimatos, con nuestras miserias, con nuestros errores personales y con nuestro carné de identidad.
2 comentarios:
Qué bueno que "abriste" un blog!!!. Es nuevo, verdad??
Había "pinchado" varias veces en tu perfil pero no había blog detrás...
Un saludo
Gracias benita, sí el blog es nuevo. Lo tenía hibernando desde hace tiempo y, al final me he lanzado a colgar cosas.
sal-u-2
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